Antes yo tendré memoria de mi pacto que concerté contigo en los días de tu mocedad, y te confirmaré un pacto sempiterno. Ezequiel 16:60
Por grandes que sean nuestros pecados, el Señor persevera fiel en su amor para con nosotros.
El mira atrás. Se acuerda de aquellos días cuando hizo pacto con nosotros, y nos entregamos a El. ¡Felices días aquellos! El Señor no nos reprocha nuestra poca sinceridad. Más bien mira al pacto que concertó con nosotros, y no al que nosotros concertamos con El. En aquel sagrado pacto no hubo hipocresía por su parte. ¡Cuánta bondad nos manifiesta el Señor mirando hacia atrás!
Mira hacia delante. Su propósito es no quebrantar el pacto. Si nosotros no lo guardamos, El lo guarda fielmente. Así lo declara El mismo: “Te confirmaré un pacto sempiterno”. No tiene intención de revocar sus promesas. ¡Bendito sea su nombre! Contempla el sello sagrado, “la sangre del testamento eterno”, y se acuerda de nuestro fiador en el cual ratificó ese pacto, su amado Hijo; y por eso se mantiene fiel a sus solemnes promesas. “El permanece fiel; no se puede negar a sí mismo”.
¡Oh, Señor, pon esta tu preciosa palabra en mi corazón, y haz que de ella me nutra durante todo el día!